miércoles, 18 de enero de 2012

Yoga

YOGA

  


Tiendo a compartir con los niños/as aquello que me ha hecho crecer a mí personalmente. Una de las disciplinas que destacaría es el ejercicio y en particular ahora os hablaré del yoga.
El yoga es una técnica que ayuda a todo ser humano a transformarse y tomar consciencia de su ser (cuerpo- mente) desde el interior hacia el exterior, procurando un equilibrio entre lo que sucede dentro de sí y el entorno, para llevarlo a todos los ámbitos de la vida. Hace fluir su creatividad, mientras que sus miedos, enojo y tristeza se liberan con la práctica regular.
Para un niño/a es una disciplina que encierra múltiples beneficios como:
- Harmonización de la personalidad y carácter.
- Baja en el nivel de stress infantil: importante en la actualidad, donde el niño recibe directamente la rapidez del adulto.
- Mejoría de su autoestima.
- Contribución en mejor atención y fortaleza su habilidad para concentrarse.
- Mejoría en hábitos posturales: aprende a sentarse bien con la espalda recta.
- Mejoría en hábitos respiratorios: importante que aprenda a respirar de forma consciente, viendo cómo pasa el aire por su nariz y llega a sus pies.
- Adecuada canalización de la energía física; se relaja y eso fomenta el que duerma mejor.
- Mejoría en la interacción con otros
-         Encauce adecuado de la competitividad: nadie es mejor que nadie, todos hacen lo que pueden dentro de sus posibilidades.
-         El niño/a gana en coordinación, flexibilidad y autocontrol.
Este es un espacio donde ellos ven que no es necesario llamar la atención sino que se sienten protagonistas; hay niños que son inquietos porque es la única forma que encuentran de llamar la atención de los papás; el ambiente que se va creando en estas prácticas es diferente, aquí sienten que no tienen que llamar la atención.
Por ello, no debemos pensar en esta disciplina como la panea a los problemas del niño, sino como canal de sanación y bienestar.
La realidad es que por tendencia natural el niño quiere estar en constante movimiento, es un proceso normal de su desarrollo. Por eso es conveniente alternar movimiento físico y relajación, introduciendo la enseñanza de manera atractiva y motivadora.
El niño está comenzando a sentir el mundo, por eso debemos crear una atmósfera de confianza y distensión.
Para acabar, os resumiré una sesión de yoga llevada a cabo en el aula con niños de 3, 4 y 5 años:
La música que considero más adecuada para llevarla a cabo es: música étnica o clásica, siempre lenta y calmada.
Tras sentarnos en la postura de “indios” (piernas cruzadas con las palmas de las manos reposadas sobre las rodillas), comenzamos a respirar lentamente. Cogemos aire por la nariz y soltamos por la boca (10 veces).
Una vez que el grupo controle su respiración, empezaremos con las posturas. El objetivo de las posturas es, desde los órganos exteriores, ir calmando a los órganos interiores. Con los niños, las posiciones hay que ir practicándolas poco a poco. El orden de importancia es que aprendan a respirar, relajarse, después a concentrarse, siempre a modo de juego y no como una disciplina seria.

La primera postura que haremos será como un Árbol
De pie, con las piernas juntas y los brazos estirados y apoyados en las caderas, concentrado la mirada en un punto que esté frente a nosotros. A continuación, elevamos el pie derecho y apoyamos la planta sobre la parte interna del muslo izquierdo, en el punto más alto posible. Una vez que hayamos alcanzado el equilibrio, levantad los brazos, uniendo las palmas de las manos sobre la cabeza. Después bajamos el pie derecho y repetimos el ejercicio con el otro pie. Una vez finalizado, nos  relajamos durante unos minutos.
Zumbido de las abejas
Nos sentamos en una posición cómoda, con los pies bien apoyados en el suelo. Inspiramos profundamente y, después, espiramos con la boca cerrada, manteniendo los dientes ligeramente entreabiertos, de manera que se produzca un sonido similar al zumbido de una abeja ("zzz…") lo repetimos el ejercicio varias veces y, después,nos tapamos los oídos con los dedos y continuamos produciendo este sonido, respirando en silencio y escuchando con atención el zumbido y la vibración que produce en la nariz, el paladar y la cabeza.
Os aseguro que se calman y  aplacan la ansiedad y las tensiones.

Otro ejercicio reconfortante es la postura del León ( les encanta)
Los niños/as se ponen uno enfrente del otro, a cuatro patas, con los dedos de las manos separados y bien apoyados en el suelo. A continuación, abren la boca todo lo que puedan y, como si quisiesen hacer una mueca, sacan la lengua cuanto puedan.
Al mismo tiempo, hay que liberar la voz, como para rugir o emitir cualquier otro sonido espontáneo. Descansan durante unos segundos y volvemos a repetir el ejercicio, tantas veces como se quiera.

La última postura que haremos será la del Leñador:
De pie, con las piernas bien separadas y los dedos de las manos entrelazados, inspiramos profundamente y elevamos los brazos. A continuación, con una espiración rápida, bajamos las manos y las ponemos entre las piernas, flexionando también la espalda. Notaren como, al bajar, la voz libera un sonido espontáneo y natural. Después, recuperan la posición y lo repetimos una vez más.
Como cierre de la sesión de yoga, nos tumbamos escuchando la música del mar y hablando en voz baja, les recuerdo la sensación de las olas al tocar nuestro cuerpo, como flotamos y nos movemos, escuchando las gaviotas que pasan por nuestra cabeza...rememorando la sensación del cuerpo dentro del agua. 

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